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El Dios de toda consolación

¡Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre misericordioso y Dios de toda consolación! Él nos consuela en todas nuestras tribulaciones, para que podamos consolar a todos los que sufren, con el mismo consuelo que él nos prodigó.

Pues así como sufrimos abundantemente por Cristo, así de grande es el consuelo que él nos da.

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